AGROTOXICOS MORTALES
La necesidad de alimentar a un creciente e inmenso número de habitantes que han ingresado, solo recientemente, a un nivel social y económico que les permita la adquisición de comida para subsistir, aunque sea dentro de parámetros muy básicos, ha disparado la producción de la agricultura a extensiones y rendimientos específicos nunca vistos anteriormente.
Tal parece que cientos y cientos de millones de individuos han aprendido y se han acostumbrado a comer todos los días y, lo más llamativo, patético y asombroso, es que esta práctica les satisface enormemente y no están dispuestos a dejar de utilizarla.
Hay que alimentar al mundo y nuevos herbicidas, fertilizantes, métodos de producción con especies híbridas, nuevos sistemas de labranza y tantos otros inventos han generado una revolución en los métodos de cultivo actuales. Nada ha dejado de investigarse en pos de la superación de marcas de producción agraria. ¿Una cosecha anual…? …. ¡!nada de eso… ¡!…serán dos y si es posible tres cosechas anuales.
La enorme expectativa de fabulosas ganancias para los desarrolladores de las herramientas a crearse para llegar a estos rendimientos, cuando no la codicia de rentabilidades más allá de lo razonable, han impulsado la invención de cada vez más potentes fertilizantes e insecticidas y, paralelamente, a la creación de auténticos y monstruosos compuestos , con forma de envases de “agroquímicos”, responsables de la casi desaparición de especies silvestres y del envenenamiento silencioso y progresivo de la especie humana, además de todas las otras especies vivas del planeta.
La desidia, cuando no la acción criminal justificada con la ignorancia o la laxitud de las leyes, han permitido y siguen permitiendo el uso de letales agrotóxicos en condiciones que acarrean funestas consecuencias para la salud humana y animal en general. Las fumigaciones dentro de franjas cercanas a poblaciones o asentamientos humanos, o sobre campos que también ocupan animales destinados al consumo humano y también cuando los vientos acercan las nubes tóxicas sobre poblados, tienen como consecuencia comprobada la aparición de todo tipo de calamidades para la población.
En un fallo ejemplar, primero en su tipo en Latinoamérica, la justicia de Córdoba (Argentina) condenó en el año 2008, condena ratificada por el TSJ en 2015, al dueño de un cultivo y al piloto del avión a 3 años de prisión por haber fumigado con glifosato y endosulfan fuera del área de seguridad, la que en la actualidad es de 1.000 metros fuera de los limites urbanos, centros poblados o asentamientos humanos.
La invención y producción masiva de venenos cada vez más potentes, en asociación con la codicia criminal de algunas empresas, han motivado la rápida instalación de complejos químicos y procesos industriales no totalmente seguros, instalaciones que por su peligrosidad y posibilidad de desastres ambientales han sido expulsadas de los países del primer mundo, sedes originales de estas empresas.
Parias en sus propias tierras, estas empresas han estudiado bien el panorama mundial y… ¿adivinen a donde mudaron sus muy peligrosos venenos y sus plantas de producción?…… sí han adivinado: a los países del tercer mundo y cuál es el verdadero motivo?….pues lo barato que son las leyes y las personas en esas tierras.
Para ilustrar someramente esta situación, un par de botones de muestra bastarán para ejemplificar lo anterior.
Caso 1: BHOPAL . La ciudad de Bhopal es la capital del estado Indio de Madhya Pradesh, tenia 1.500.000 habitantes en el momento del desastre de la planta de agroquímicos instalada en esta ciudad, propiedad de la firma estadounidense Union Carbide en un 51% y en un 49% propiedad del gobierno de la India. El 3 de Diciembre del año 1984 se produjo en esta planta industrial un escape de isocianato de metilo – un gas rastrero – que destruyó los pulmones y el sistema respiratorio de los habitantes y provocó la muerte directa en la primer semana de entre 6.000 a 8.000 personas, estimándose que en el curso del siguiente año murieron por esta causa entre 15.000 a 20.000 personas. Este desastre afectó a 600.000 personas, 150.000 de las cuales quedaron con graves secuelas, generalmente ciegas y con incapacidad para respirar.
Por supuesto que la empresa propietaria, Union Carbide, con el objeto de proteger sus activos se declaró en quiebra inmediatamente, pero finalmente “La Justicia” actúa y de acuerdo a la sentencia de un tribunal Hindú del 7 de Junio del 2010 (más de 16 años después del desastre) se condenó a 8 directivos de esta empresa a 2 años de prisión (condicional, no presos) y a la empresa al pago de una multa de 10.600 u$s… sí, no es un error ¡!!!…. diez mil seiscientos dólares estadounidenses.
Si se estima en solamente 20.000 al número de muertes atribuibles al desastre, mediante un simple cálculo se puede estimar que por cada muerto los responsables pagaron la módica suma de 0,53 u$s ……sí solo 53 centavos de dólar…… evidentemente gente y justicia barata.
Por supuesto que las otras víctimas, los que quedaron ciegos, mutilados, incapacitados, en agonía y con tremendas insuficiencias respiratorias no cobraron un solo centavo.
Es de destacar que una investigación posterior al desastre confirmó que el escape de gas se produjo a raíz de la apertura automática de una válvula de seguridad, debido al alza de la temperatura del proceso, que se originó en un irregular funcionamiento y, básicamente, a la desconexión del sistema de refrigeración para permitir un insignificante ahorro de energía.
Caso 2: El famoso DDT. El Diclorodifeniltricloroetano –Sintetizado por primera vez en 1874, fue el primer insecticida – plagicida de origen sintético, estudiado y desarrollado por el técnico químico suizo Paul Hermann Muller para eliminar toda clase de artrópodos e insectos en particular, en los laboratorios de la firma J.R GEIGY AG de Basilea, Suiza.
Fue muy usado durante el segunda guerra mundial para el control de parásitos (piojos) en los soldados aliados y en vista de los grandes resultados que había tenido el DDT en exterminar a los mosquitos y otras plagas de insectos, en la lucha contra las enfermedades tropicales como la malaria, el tifus y la fiebre amarilla, se comenzó a usar en el control de plagas de las cosechas de cereales y otros granos con fabulosos resultados en principio, debiéndose reforzar las dosis con el tiempo, ya que extrañamente los insectos habían desarrollado algún tipo de resistencia al producto; ¿reaparecieron las plagas…. entonces más DDT. No se tenía un conocimiento cabal en aquella época de la enorme capacidad de mutación de los insectos
El apresuramiento, y posiblemente la codiciosa expectativa de enormes ganancias en la generalización masiva del uso de un veneno que no había sido probado suficientemente, provocó en el breve plazo la aparición de perniciosos síntomas secundarios, en los seres humanos (cáncer) y en toda la fauna silvestre.
El DDT es un producto que actúa por contacto o ingestión, no se metaboliza y en función a que es liposoluble o soluble en grasas, se deposita preferentemente en las estructuras lípidas de los individuos que contamina. Allí queda y, en los mamíferos, se acumula preferentemente en el hígado y otras formaciones grasas del organismo, como las membranas envolventes de los intestinos, depositándose también en las gónadas (testículos) y en esa glándula actúa como un disruptor hormonal, alterando básicamente los pasos de los procesos naturales de gestación, tanto de los mamíferos como de las aves y los demás animales a los que afecta.
El DDT es un producto sintético organoclorado fabricado a base de cloro, que es un gas, y se esparce más allá de su lugar de aplicación, por lo que los vientos lo conducen hasta los más lejanos confines del planeta. Se ha encontrado DDT en ambos polos y en la sangre de los osos polares y prácticamente todos los seres humanos transportamos alguna molécula del veneno.
Aplicado sobre los cultivos, el DDT queda depositado en los suelos y con los años se descompone en DDE (Diclorodifenildicloroetileno) y DDD (Diclorodifenildicloroetano), sustancias sumamente tóxicas que tardan muchos años en sublimarse o desaparecer. Se han hallado importantes cantidades de DDE y DDD en suelos de sitios de labranza de horticultura en los alrededores de la ciudad de Montevideo, Uruguay, donde se habían dejado de usar por prohibición hacía ¡!!..40 años!!!. Se estima que la permanencia en los suelos del DDT y sus subproductos tiene una vida remanente mayor a los 100 años.
La escritora norteamericana Rachel Carson estudió profundamente los efectos del DDT, escribiendo en 1968 el libro “Primavera Silenciosa” donde detalla sus efectos sobre la flora y fauna, denunciando su aplicación. El DDT fue prohibido en 1972 en USA para todo uso y posteriormente en casi todos los países del mundo, menos en México, la India y algunos países africanos, donde se lo usa de puertas adentro para combate de los mosquitos.
Recientemente se ha comprobado que el DDT altera la función reproductora del hombre. Según la revista médica Epidemiology la comparación entre varones del Canadá y México reveló que los últimos poseían concentraciones de DDE (descomposición del DDT) 300 veces superiores a los primeros y que esas altas concentraciones estaban relacionadas con un menor nivel de testoterona, bajo nivel de semen y reducido número de esperma. Analizando solo superficialmente esta información se deduce que, para el sistema, un mexicano vale y se preserva como ser humano mucho menos que un canadiense. El DDT está totalmente prohibido en Canadá y aprobado en México para su uso puertas adentro.
En cuanto a su función primigenia para el que fue utilizado profusamente: La mayor eliminación posible y el control de los mosquitos para reducir las enfermedades causadas por ellos, como la malaria y el tifus, un estudio de los investigadores de la universidad de Illinois realizado en el año 2008 ha demostrado que los mosquitos Anopheles G. han desarrollado una proteína, clasificada como la CYP6ZI, que les permite metabolizar y desechar los efectos tóxicos del DDT.
En el año 1948 se le otorgo a Paul Hermann Muller el premio nobel de medicina o fisiología por los estudios del DDT. De conocerse en aquella época los resultados nefastos de su aplicación, posiblemente a este hombre le hubiesen dado muchos años de prisión, por el “grave atentado a la salud pública mundial”, resultado de la aplicación masiva de su “invento”
Eligiendo el camino fácil unos pocos gobiernos en el mundo, curiosamente del llamado tercer mundo, han permitido que se siga empleando el DDT puertas adentro, facilitando de este modo la contaminación de las personas que habitan estas “puertas adentro”, generalmente chozas o caseríos con bajísimos niveles de limpieza o cuidado del entorno, conducta propia de los países con muy bajos niveles educativos y culturales. En lugar de ocuparse de la limpieza de las áreas propicias para al desarrollo del mosquito, siguen permitiendo el uso de agrotóxicos letales para la salud humana.
Finalmente, el DDT no ha llegado ni remotamente a eliminar a los mosquitos Anopheles G. responsables de la malaria, la fiebre amarilla o el tifus, pero con seguridad ha terminado contaminando a todos los seres vivos del planeta
Conclusión
“La aparente necesidad de fortalecer la capacidad de superación y supervivencia de
algunos países, junto a la codicia insaciable unida a la intrínseca estupidez del ser humano han desarrollado mecanismos letales de destrucción masiva y autodestrucción, en algunos casos de acción rápida y en otros casos de acción lenta, pero segura”
La bomba atómica y los agroquímicos tóxicos son una muestra más que evidente de lo anterior.